Wednesday, September 23, 2009

Under a Blue Sky (In English and Spanish)

English Version
Under a Blue Sky
(Remembering Mother)

Certainly there is no hurting like the hurting of a deceased mother and those who have hurted long enough and hard enough will never hurt quite as much again, thereafter. You will endure a variety of things with determination, but one’s interest seldom holds because the hurting thing, that ordinary thing, life is a bit horizontal, flat as would be ice-cream, once the taste buds have melted off your tongue. After a mother dies, food tastes like swimming pool water in your mouth, like oil around your lips, and you often smell as you feel brittle, toasted like bread, and when you eat it, it never quite tastes as it should (not for a very long time anyhow).
You can only learn about this taste of death by coming into contact with it, the taste doesn’t go away late at night, and drinking alcohol doesn’t help, nor water, the taste of those old love buds, of having mother back and around; after a week, a month, a year, even after six-years—sometimes you lose track of the time, but in memory you will begin to function again, things regenerate inside of you, one does not know how or why, they just do, under a blue sky, things we had once experience, learned, a long time ago with that person. We are only sad because we miss them, doing those things with them again, and knowing we never will.
A hurting daughter or son, one that was a companion to their mother, if the hurting is not enough for grieving, and s/he is not satisfied with God’s plan, be careful, an elephant may hit you right where you least expect it, so turn quick before that happens.
Frankly, I don’t see the pain going completely away, you face it the same way so and so faced it, all those others before you. I think of it some times as if mother went on a marvelous trip, into a far-off unknown country I’ve yet to visit, a place that is out of sight of earth, where trains, planes, boats and cars can’t reach, where they don’t hurt anymore, and in a season or two, I’ll be there also, and that oily taste on my lips will vanish.
So now I’m still hurt—not as much of course—but I go on writing and horseback riding, perhaps do some fishing—things I’ve always done, that make me happy, and will continue to, until I get worn out and die like mother. The thrill of life comes back when I am standing under a blue sky, and I know mother is resting with all the good fish, in heaven.


No: 469 ((9-19-2009)(written in memory of mothers in general, inspired by an old lady I once met, whom died a year ago: Lia Soledad Ouino Caseres…; also dedicated to my mother who was born September 28, 1920, and died July 1, 2003.))


Spanish Version


Bajo un Cielo Azul
(Recordando a mi madre)

Ciertamente no hay dolor como el dolor perder a una madre, y aquellos que han herido muy duro y por mucho tiempo, nunca herirán tanto de nuevo, después de esto. Tú resistirás una variedad de cosas con determinación, pero casi nunca mantendrás el interés en uno debido a la cosa que hiere, esa cosa ordinaria; la vida es un poco horizontal, llana como sería un helado una vez que el sabor se ha esfumado de tu boca. Después que una madre muere, la comida sabe como agua de piscina en tu boca, como aceite alrededor de tus labios que tú frecuentemente lo hueles mientras te sientes frágil, tostado como un pan, y cuando lo comes éste, nunca sabe a lo que debería (de todos modos, no por mucho tiempo)
Tú sólo puedes conocer del sabor de la muerte al entrar en contacto con ésta, el sabor no desaparece en la noche, y la bebida de alcohol no ayuda, ni tampoco el agua; tú aún lo sientes después de una semana, un mes, un año, incluso después de seis años—a veces tú pierdes la cuenta del tiempo; pero en memoria tú empezarás a funcionar de nuevo, las cosas se regeneran dentro de ti, uno no sabe cómo o por qué, ellos sólo lo hacen, debajo de un cielo azul, las cosas que una vez experimentamos, aprendimos, mucho tiempo atrás con esa persona. Nosotros sólo estamos tristes debido a que los extrañamos, extrañamos hacer las cosas con ellos de nuevo, y sabiendo que nunca lo volveremos a hacer.
Si a una hija o un hijo adolorido, uno que fue un compañero de su madre, el dolor no es suficientemente para consolarlo, y ella o él no están satisfechos con el plan de Dios, ¡cuidado! un elefante puede golpearlos justo allí donde menos lo esperan, por eso vuélvanse rápido antes de que esto pase.
Francamente, yo no veo que el dolor se vaya completamente, tú lo enfrentas de la misma forma que fulano o mengano lo enfrentaron, todos aquellos antes que tú. Pienso en esto a veces como si mi madre fue en un viaje maravilloso, a un país lejano, desconocido, que aun no he visitado, un lugar que está fuera de la vista terrenal, donde los trenes, aviones, botes o carros no pueden llegar, donde ellos no sufren nunca más, y en una estación o más, allí estaré yo también, y aquel sabor de aceite en mis labios se esfumará.
Así que ahora todavía estoy dolido—no tanto por supuesto—pero me dedico a escribir y a montar caballos, talvez voy de pesca un poco—cosas que siempre las hice, que me hacen feliz, y lo continuaré haciendo hasta que me canse y muera como mi madre. La emoción de la vida vuelve cuando estoy bajo un cielo azul, y sé que mi madre está descansando con todos los peces buenos, en el cielo.

No: 469 ((19-Septiembre-2009) (escrito en memoria a las madres en general, inspirado en una señora que una vez conocí, quien murió un año atrás: Lia Soledad Quino Caseres…; también dedicado a mi madre quien nació el 28 de Septiembre de 1920 y murió el 1ro. de Julio del 2003.))

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